Todos y cada uno de nosotros sabemos que en la actualidad, las diferencias entre hombres y mujeres es un tema muy debatido, ya que hoy y desde hace un siglo, luchamos por la igualdad. Pero, tanto se nos ha ido de las manos que vemos aspectos machistas incluso en nuestro propio lenguaje y, por ello, muchos usan ese ‘famoso’ lenguaje al que llamamos inclusivo. Pero, ¿de verdad puede ser el uso de ese lenguaje una solución para la desigualdad de géneros? Bien, mi respuesta es clara, el lenguaje no provoca la desigualdad.
Como bien dice la pregunta anterior, la desigualdad que presenciamos es entre géneros, haciendo referencia a la sexualidad, hombres y mujeres; sin embargo, nuestro lenguaje no sabe de sexos. Pienso que el lenguaje inclusivo solamente sirve para empobrecer nuestra lengua, ya que el masculino genérico es algo natural que lleva con nosotros toda la vida y, además, no representa, ni mucho menos, un privilegio para el hombre.
Por otro lado, está claro que nuestra forma de hablar no va a solucionar la desigualdad que se presenta entre hombres y mujeres, ya que el hecho de que digamos ‘todes’ en lugar de ‘todos’, no va a arreglar que una mujer tenga que ser responsable de las tareas domésticas o cobre un salario menor por el simple hecho de ser mujer. Lo que quiero expresar con esto, es que la desigualdad se presenta en nosotros mismos y en nuestros actos; estoy de acuerdo en que el machismo está presente en muchos ámbitos de nuestra sociedad, pero precisamente, la lengua, no tiene ningún papel en esta historia.
Como conclusión, quiero recalcar que nuestro lenguaje no es precisamente sencillo, pero sí que es la base de nuestra comunicación y, como tal, debemos hacerlo crecer y no, por el contrario, empobrecerlo con barbaridades que no nos llevan a ningún lado, por tanto, como ya pronuncié en un principio, el lenguaje no provoca la desigualdad.