-Charlotte, no vayas, por favor, no vayas.

Esas fueron las últimas palabras que pude decirle a mi compañera Charlotte Corday.  Nos conocimos en 1792 , en una corta estancia que hice en Normandía con mi marido. Nuestra intención era comprar  telas, las telas de aquella región brillan por su suavidad. El viaje duró más de lo esperado, así que un día mientras mi marido se reunía con altos cargos de la región decidí asistir a una asamblea girondina, un espacio culto y ordenado.

Contrastaba con el ruido de mi ciudad natal, París, las malas cosechas habían derivado en el descontento popular. Los Jacobinos, como de costumbre, aprovechan ese ruido para hacerse notar y es verdad que superan en número a los Girondinos.

En un momento, se me acercó  Charlotte, estuvimos hablando durante horas y decidimos seguir compartiendo ideas vía carta.

Fue entonces cuando me llegó la carta que iba a significar un cambio irreversible. Charlotte iba a venir a París, su propósito era reunirse con Marat y así lo hizo. Lo que no especificó era la finalidad de aquella  reunión, aunque conociendo la radicalidad y el énfasis de las palabras de Charlotte supuse que no iba a ser nada bueno. Llegó el día 11 de julio de 1793, y nos tomamos un tentempié en mi casa, ya sentadas le pregunté por la reunión con Marat. No quiso responderme, es más, cuando lo hacía contestaba con evasivas.

El 13 de julio de 1793, París montó en cólera. No entendí qué pasaba, el ruido crecía y crecía, no paró durante tres días. Mi marido compró el periódico y leímos la noticia. Lloramos de felicidad al ver de qué se trataba … Hasta que continúe leyendo y vi quién había perpetrado tal acto heroico, era Charlotte, mi amiga.

Noté una presión en el pecho por el dolor que me causó ver al pie de página el día y la hora de su ejecución. No fui capaz de ir.

Las acusaciones y vejaciones hacia Charlotte Corday no pararon cuando la guillotinaron. Los jacobinos la acusaron de haber actuado por amor a un hombre y de haber mantenido relaciones con multitud de amantes. Además, el verdugo se atrevió a profanar su cuerpo inerte abofeteándola.

Es curioso como cuando lo hace una mujer buscan siempre razones ocultas mientras que cuando lo realiza un hombre no ahondan más que en sus motivos ideológicos. 

Mujeres como Charlotte Corday, Olympia de Gouges o Madame Tallien (Teresa de Cabarrús) son infravaloradas intelectualmente. Aún recuerdo cuando me prohibieron ir a los clubs políticos. A mí y a todas las mujeres, no nos permiten expresarnos. Aquellas que sustentan la sociedad no tienen espacio en ella, es indignante. Muchas mujeres como Madame Tallien utilizan sus encantos para poder optar a una voz en el gobierno. Ella puso fin al Terror, pero nadie subraya su impecable estrategia.

Quién me iba a decir a mí cuando escribí esta carta a mi hermana que Francia se convertiría en el río de sangre que es.

03/06/1793

Querida hermana:

Es un escándalo, un escándalo. ¿Qué nos deparará ahora que los jacobinos se encuentran en el poder? Sus políticas son estrafalarias, ansían terminar con todo lo conocido hasta ahora y no conocen los límites de nuestra sociedad.

No consigo dormir desde ayer, parece mentira que con todas las reformas que ha hecho la convención girondina se atrevan a irrumpir de esa manera.

Llevo dos días sin dormir, ya han arrestado a 29 diputados de la Convención y se rumorea que pronto los ejecutarán en la plaza de la Concordia.

En el club, todas tememos por lo pueda ocurrir, algunas de mis compañeras lloran desconsoladamente tras el arresto de sus maridos o hijos. Rezo al señor porque se posicione a nuestro favor y que esto solo sea una breve pesadilla. 

Por suerte el caos ha acabado ya o eso parece. Creo que el Directorio conseguirá apaciguar la situación.

Relato corto por Ángela Bellido. 1º de Bachillerato. Curso 2021/2022